No te puedo decir el porqué.


Dicen que no puedes escoger a tu familia. Pero he sido afortunado al encontrar en mi camino a personas que se han convertido en eso, mi familia. Hermanos, Hermanas e hijas. Personas que ponen una sonrisa en mi boca, me toman en sus brazos cuando más lo necesito. Secan mis lágrimas y comparten mi alegría. Es por ellas que doy el máximo, el cansancio no me vence. Las distancias se hacen cortas y no hay batalla que no pueda ganar. 

Hay quienes se preguntan por qué lo hago, que me gano. O imaginan que debo tener algún motivo siniestro. La verdad es que hay veces que ni yo mismo se el porqué. Me siento útil, me llena el corazón darles una sorpresa, algún detalle que les deje saber que son importantes y que los aprecio. 

No es fácil abrirle tu corazón a alguien. No todo el tiempo funciona. Es doloroso cuando te fallan o te olvidan. Pero esto no debe ser un obstáculo. Hay que seguir, hay que arriesgarse. Porque cuando funciona, no hay mayor felicidad que recibir a un nuevo miembro de la familia.