Quizás no lo notes al verme, pero tengo un lado sensitivo. En esta vida he desarrollado una armadura que llevo puesta todo el tiempo. Me protege de los comentarios, criticas, pero a la vez me mantiene alejado del resto del mundo. De lo único que no me protege es del dolor ajeno.
Mentiría si dijera que nada me importa en este mundo. La verdad es que hay personas que están en mi vida, que han pasado mis defensas. Que me ven como realmente soy, con las que puedo ser yo mismo. No necesito llevar máscaras, pretender ser el más fuerte, guapo o el más serio. Solo Yo.
Pero cuando estas personas pasan por momentos difícil, cuando comparten sus lágrimas, es ahí que siento su dolor. Las situaciones varían, lo que no, es mi deseo de resolverlas. De darles mi apoyo y las herramientas para salir adelante. Alguien una vez me dijo: ” Si alguien sufre de hambre y le das de comer este estará satisfecho un día, pero si le ensenas a pescar este se mantendrá por el resto de sus días.”
Por más tentado que me vea no debo intervenir directamente. Hay que dejar que resuelvan sus problemas, que aprendan de sus errores. Solo intervenir si están en peligro. Es este “frágil” balance con el que debo luchar día a día.